Jugar al golf con la debida concentración requiere llevar un adecuado ritmo de juego, aunque no lo parezca, pues es un deporte que se practica al aire libre, andando y aparentemente tranquilo.

Como dicen los profesionales “rápido a la bola y lento en la bola”, que es como debe de ser.
En los torneos, donde uno se siente más “profesional”, se ven caídas inexistentes en los greenes, se buscan bolas más que perdidas, y esto hace que parezca imposible acabar. Últimamente viene siendo bastante habitual tardar más de cinco horas, e incluso hasta seis en alguno reciente. Jugar un torneo se está convirtiendo en algo insufrible, se pierden hoyos con mucha facilidad y los atascos son frecuentes e interminables, ¡qué desperación!.
Los jugadores debemos ser más considerados y jugar con mayor celeridad, levantado la bola si es preciso, pero es la organización quien debe tomar las medidas oportunas. Debe controlar la participación, los horarios de salidas, y por supuesto, evitar a toda costa el juego lento. En definitiva, hacer cumplir rigurosamente las reglas de juego, contando si es preciso, con árbitros que las apliquen.
A cada cosa su tiempo, y por favor, al golf cuatro horas y media.