sábado, 10 de agosto de 2013

AQUELLOS MARAVILLOSOS......TORNEOS

Los que ya llevamos algunos años jugando al golf recordamos con cierta melancolía las buenas épocas de los torneos. Empezaban en el mes de mayo y duraban hasta final de octubre, con el mes de agosto de descanso, todos los sábados y domingos. Eran otros tiempos en el que había muchas empresas patrocinadoras.

Quien no recuerda en primer lugar, en los torneos locales, el Antolín, el de más afluencia de participantes sin duda alguna y que se realizaba en dos días; el Pérgola, famoso por las gorras de colores de regalo; el Perodri, con el sorteo de un anillo de brillantes; los de los colectivos de Médicos y de Aparejadores; el Unicef; y un largo etcétera. Entre los torneos que se realizaban en circuito nacional hay que destacar sin duda, el Viajes Halcón, con muy buenos viajes en el sorteo, recuerdo uno de una semanita a Cuba y a quien le toco; el incombustible Gambito, que aún perdura a pesar de la crisis y que con una carpa de avituallamiento en el tee del 9 y una degustación posterior de gin tonics, es de lo más jugados; el Rolex, cuyo premio era un “peruco” de la marca y al que asistían muchos “emboscados” de otras provincias; los de la marcas de coches, BWM, Audi, Volvo, cuyas finales nacionales se jugaban en auténticos campazos, en fin, la lista sería larga y todos empezamos a recordarlos con melancolía.

El ambiente en el club esos días era algo especial, nada más llegar al aparcamiento se veían banderolas, cartelones, coches de muestra, etc... En la casa club azafatas dándote la bienvenida que te obsequiaban con lo que ahora se llama “welcome pack”, consistente fundamentalmente en un polo conmemorativo –todavía tenemos en casa alguno sin estrenar-, la correspondiente caja de bolas, y algún que otro accesorio golfístico -arreglapiques, bolsas de viaje, paraguas, gorras, toallas, etc.- para nuestro ajuar golfístico. ¡¡Si es que daba gusto apuntarse solo por lo que te daban!!

En el vestuario se notaba cierta inquietud, y en el putting green reinaba un tenso silencio esperando la hora de la salida en el tee del 1. A medio recorrido no podía faltar el famoso bocata de lomo. Una vez acabado, las listas provisionales en el tablón de anuncio congregaban a los curiosos y los que tenían oportunidad de ganar el torneo.

Y por fin la entrega de premios y sobre todo el deseado sorteo de regalos, en el que todos esperábamos impacientes oír nuestro nombre, y sino gritar ¡¡aguaaa!! por la ausencia de un nombrado y así tener una nueva oportunidad. ¡¡Vaya sorteos, vaya regalos!!

Bueno pues con agradecimiento a los patrocinadores pasados y presentes, solo nos queda recordar, no sin cierta nostalgia y como el título de la famosa serie de televisión, AQUELLOS MARAVILLOSOS… TORNEOS.